Medicina Natural, Complementaria o Alternativa y Medicina Occidental
La existencia de varios enfoques dentro de las Ciencias Medicas han devenido en una controversia sobre la utilización de la Medicina Occidental (Ortodoxa) y la Medicina Natural (Complementaria o Alternativa)
La existencia de varios enfoques dentro de las Ciencias Medicas han devenido en una latente controversia sobre la utilización de la Medicina Occidental (Ortodoxa como también es denominada) y la otrora Medicina Natural (Complementaria o Alternativa). Inclusive algunos “científicos”, defensores de una u otra tendencia, cuestionan arbitrariamente la importancia de la utilización de una, de la otra o de la combinación de ambas y se atreven a aseverar sobre la gran eficacia de una rama con relación a su “competidora”.
La existencia de la Medicina Natural es tan antigua como el hombre mismo y nadie se atrevería a negar la gran efectividad y el amplio rango de uso que la misma posee.
Su diversidad en cuanto a métodos de tratamiento le ha permitido sobrevivir hasta nuestros días y en ningún momento ha sido relegada a un segundo plano ni sustituida por la medicina alopática.
Desde Hipócrates se hacía referencia al “Vis Medicatrix Natura” (Fuerza Curativa de la Naturaleza)(1,2) que ha trascendido como principio conformante del Corpus Hipocraticum hasta la actualidad y que ha sido un legado de eminentes científicos como Paracelso y Hanneman.
La Homeopatía, la Medicina China Tradicional, Ayurveda, la Hipnosis, Balneología entre otras muchas son algunas de las técnicas que la conforman (3,4) y de las cuales la Medicina Ortodoxa ha tomado numerosos recursos para sustentar su arsenal terapéutico.
Su relación con la medicina Occidental es tan estrecha que un grupo importante de fármacos son obtenidos a punto de partida de la sustracción de principios activos de plantas medicinales, por solo citar algunos: la aspirina es derivada del Sauce, la digoxina de la digitalis purpurea, la morfina de la amapola y la penicilina, que en su momento revolucionó la medicina es obtenida del hongo penicilinum.
La medicina Ortodoxa llego también para quedarse, nadie se atrevería a negar los sustanciales aportes que la misma ha realizado ligada al desarrollo científico técnico.
Todas las especialidades médicas se han nutrido de los avances ofrecidos por la física, la química, la biotecnología, y de forma magistral se han integrado de forma tal que han dado lugar a un complejo cuerpo que cada día se enriquece más y cuyo desarrollo es evidenciable en la aplicación de novedosas técnicas quirúrgicas, utilización de equipos de alta tecnología con fines diagnósticos y terapéuticos, descubrimiento de nuevos fármacos más eficaces y productores de menor cantidad de reacciones adversas.
El descubrimiento del genoma humano, de aspectos esenciales de la clonación, de los más disímiles cambios bioquímicos que a niveles moleculares ocurren en nuestro cuerpo todavía hoy constituiría una utopía si en algún momento de la historia los enfoques en cuanto a fisiología, etiopatogenia, diagnóstico y terapéutica no se hubiesen enfocado desde otros puntos de vista.
También es cierto que la medicina natural se ha venido nutriendo de estos profundos enfoques científicos y han aparecido importantes recursos de curación como la electroterapia, electroacupuntura, el descubrimiento de los efectos terapéuticos del LASER, el ultrasonido terapéutico que han permitido un enfoque diferente de los mecanismos de acción que responde a las exigencias de la ciencia moderna.
Descubrimientos tan importantes como la disminución de la resistencia eléctrica en la superficie del cuerpo humano donde se encuentran los puntos de acupuntura (5), novedosas teorías que explican el mecanismo del alivio del dolor, el efecto homeostático e inmunomodulador y viceversa, la aplicación de enfoque oriental a niveles moleculares y procesos metabólicos (6,7), constituyen una muestra de la interrelación difícil en teoría pero fácil de lograr en la practica.
En el caso específico de la fitoterapia existen importantes elementos como la demostración científica del efecto antioxidante de plantas como el mango (8) y del Ginkgo Biloba como oxigenante cerebral e importante neuromodulador (9,10), por solo citar tres, han sido el producto del adelanto científico técnico que exhibe el mundo actual.
La Medicina Natural ha sobrevivido hasta nuestros días, la Medicina Ortodoxa nunca ha sido desplazada por los enfoques naturistas, entonces cabe preguntar: ¿Es una realmente mejor que la otra?
La respuesta no sería nada difícil si hacemos un análisis real de las posibilidades de ambas: No!.
La Organización Mundial de la Salud ha enunciado que existen un grupo de más de cien entidades nosológicas que pueden ser perfectamente tratadas con técnicas naturales y que en otro número importante estos procederes pueden utilizarse como complemento de las terapias convencionales.
Lo positivo en este caso sería la combinación armónica de ambas tendencias, el enriquecimiento de cada una de ellas con lo positivo que encierra dentro de si la otra daría origen al sistema médico que la humanidad exige en este siglo XXI.(11)